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Se levantó Cristo aquella tarde
cuando la paz era ardiente
en el corazón del hombre.
Todo era frescura, placer celestial,
alegría inmensa cargada de amor.
La fe rebosante andaba caminos
buscando al discípulo y su conversión.
Y en aquella tarde, le vieron morir,
lágrimas que enfangan la tierra sedienta,
voces que enmudecen:
¡ Fue un martirio injusto !
Pero, con su muerte, la vida revienta
llena de ilusión.
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