Franjah Tiken

Flores que crecen en la adversidad...

Una vez sin saber cómo ni porqué, encontré en el camino una bella flor. Pero esta flor no estaba plantada en un lugar frondoso y lleno de vida:

 

El sol apenas daba, el agua apenas llovía,
los días quemaban y las noches muy frías.
Mi flor tan bien plantada, en una calle sin vida,
de forma natural sin cariño crecía.

 

Dime flor hermosa, cómo haces para iluminar,
si nada de tu alrededor te ayuda, para crecer en la adversidad.
La flor con su belleza y armonía, me miró y me dijo:

 

Caminante que por aquí decidiste pasar, estaba yo esperándote,
y esa fue la energía que me hizo luchar, cada día, cada mañana,
cada noche fría, sin agua, ni luz, ni nada.

 

Pero hermosa flor, cómo un mal jardinero como yo va a regarte,
si marchité mi jardín por no saberlo cuidar.
Si cuando me diste tu aroma, yo no lo supe apreciar,
Si cuando rocé tus pétalos, los pude arrugar.
Si una flor como tú que creció en la nada,
sin que se pueda volver a plantar, pues no existe otra semilla,
es capaz de entregarse a un aprendiz de jardinero,
cuya regadera está rota y no sabe arreglar.

 

Aprendiz de jardinero, debes tener en cuenta una cosa,
yo seré flor hermosa, que ha crecido en una losa,
tú serás aprendiz sin más, y aún sintiéndote cero,
y sin saberla arreglar, llevas tu regadera.
Por si algún día la tuvieses que usar.

 

El aprendiz sonrojado, no supo reaccionar,
y con sus lágrimas cubrió los pétalos,
de agua salada llena de vida, la flor agradecida,
le explicó que hasta en los malos momentos,
esas lágrimas le hacen crecer, porque el amor nunca los separará.
Aunque la regadera deje escapar el agua por uno de sus lados,
aunque una de sus hojas se marchite, aunque una de mis espinas te claves.

 

Yo flor y tu aprendiz de jardinero, somos dos almas con distintos fines,
con distintas formas y distintos pareceres.
Pero nuestra unión es algarabía, celebración y armonía.
Tan increíble y necesaria, que la calle se hace floresta,
para su floristería.

 

Por eso deja de pensar y siente más, calla a las voces de tu mente,
esas que no te dejan escuchar a las voces del exterior,
esas que son más que los ruidos que escuchas y oyes por las calles,
montañas, mares y ríos.
Que son música celestial como cuando con tus lágrimas me regaste.

 

Sé tú mismo, ese que con su regadera rota llamó mi atención,
aunque no supieses ni sepas aún regar del todo.
Cálmate aprendiz, para así llenar tu balcón de flores,
para poder llegar a tu primavera, esa que jamás nada ni nadie
podrá parar, por mucho que arranquen todo, pues recuerda siempre una cosa aprendiz,
las flores más hermosas son aquellas que crecen en la adversidad.