Por cada mirada que cruzas con la mía,
mi alma suspira intensamente;
por cada roce furtivo de tus dedos,
mi piel se eriza cual pétalo sensible al tacto.
No existe dios griego que pueda trastocar mi mente
tal y como tú lo haces en todo momento;
tu voz es la métrica de mi melodía
y tu dulce aroma mi erótico vicio.
Mis pensamientos aclaman tu nombre,
mis labios piden tus besos,
mi cuerpo desea tus manos
y mi alma está sedienta de tí.