1 - SAFICO A MI AMADA
Amor,
armemos un calendario,
el tiempo es injusto
ya es imposible
balancear las edades,
ni engañar lo distante
que cerca se aproximan
Alos números de las cuentas.
Entramos al reloj
acelerado de la resta.
al territorio
de poderosos metales.
El oro en las piedras del agua,
arriba las montañas…
Y el cobre ahí, estático.
Sopla la arteria del cráter
volcánico fuego
cual la llama que se prende
al crisol de nuestras manos
y en verdes prados
impetuosos corceles bronceados
cabalgan al corazón de las minas.
Nosotros como viajeros enriquecidos
mirando el loto reluciente
bajo iluminadas estrellas.
Mujer, tanta contemplación
lleva a la reflexión:
Amada.
No se forma un rio
con gotas de nada,
ni un océano
con deshidratadas lágrimas.
En mi soledad
me cautivaste
como una ola que pasó
por mis manos,
como un filo de espuma
que guardó
su burbuja en mis uñas.
Dejaste en mi palma
la pulpa del durazno/
Parpadeó la rama
y hallé rastros de tu piel
sobre la cama,
un cálido fuego
encendido en tu pelo.
Mi corazón reclamó al viento
un suspiro de tu aliento
tallado en mi pecho
con la insignia
que me has adjudicado.
Cuando volví a entrar
por la ventana
me apropié de tu cintura
para moldearla
en la forma de mis dedos,
y en el hueco
de tu boca de almendra
entraron mis labios
en la velocidad del rayo y
con poderes púrpuras
se instalaron al crujiente camino
de la sangre.
Busqué tu azul mirada
en las torres más altas
de universales gamas
y desde el plano
de trisados astros
le grité a tu oído:
Muerde mi carne amor
como tigresa salvaje
en la necesidad del hambre,
y al fin de tu cacería
entierra tu mordida
en mi pecho
con la miel
de la abeja nocturna
que acaricia los sentidos
Llevemos el cariño cuidado
hacia la alcoba
mientras el llar
encierra con fuego las sombras.
Los poderes del aire
multiplican retratos de hojas
y el cielo deslumbrado
desciende
electas luciérnagas para tu belleza.
Amor, procesemos
las primaveras
como minerales despeñados,
donde paseas en el viento
hacia las redes de mis brazos.
y que las cuencas de mis ojos
resalten tus pestañas arboladas.
Bajo el techo dorado
que la pared
huela a pan de fragancia.
Mi vid, mi amor,
mi agua de fuente imantada,
En mi contemplación
te vas formando
como una espiga
en el cuerpo de los cereales,
y en la hondonada de único valle
tú eres mi esbelta flor.
Al imperio de la uva
le heredamos la sangre,
con el color deslumbrante
pintada en la nación
de nuestra bandera.
Territorio de amantes,
pareja insaciable con
plumaje de casales,
exprimimos hasta la
última semilla de la vida,
como dioses de la agricultura
impulsados por el fuego.
En la llama genital infinita
nos ardieron los labios
en el verbo del amor
cuando ejercimos
el beso conjugado.
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2- LA LUNA CEDÍA ROSAS
La luna cedía rosas
henchidas
de estrellas,
a la sed de la boca
nocturnos aromas
de espíritu silvestre.
El jardín con sus rocas
fundía ventanas
y sobre el vientre
mi amada trigueña,
era corola reina
de las pistilos.
Al silencio de centellas
crisol de oros verdes
derretía azahares erguidos,
áureos brillantes aleados
en los cabellos lacios
develaban huellas
de mis dígitos encelados.
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3- UN ANTES Y UN DESPUÉS
A ERNESO GUEVARA LYNCH - EL CHE
Este escrito no conlleva ningún tinte ni partidismo político.
Hubo un antes de los cuadrados polos y las doradas chaquetas.
Fue el tiempo de los cerrados silencios donde los Andes parecían inmóviles y la barrera del cobre Boliviano una frontera de minerales disputados/
Del enfrentado Rosario natal a la oxigenada Córdoba del aire puro
Inició su viaje de incógnita aventura moto ciclada, retornó luego a sus membranas y gasas de alimento
donde el tejido fuerte de su emolumento
lo catapultó con el vigor de la roca incaica al mundo/
El “único Ernesto nítido” iba desenmascarando la vergüenza planetaria,
el antifaz del hombre no hizo mínimo obstáculo de rodilla doblegada.
Mientras... La selva mimetizaba su oscura barba,
del sur Patagónico a los colosales imperios iniciaba el fuego del habano y el ron encendido iluminaba su camino destinatario/
La historia iba registrando su épica en infatigables papeles.
La tierra abría su párpado de vista fecunda, mirando sus ojos de condena y la feroz boina rebelde de mano curativa/
Fue la arcilla para el compadre y su sangre ferrosa derrotó al enemigo/
Cuando de la Cuba aislada bajó sus ideales de regreso
emergió el púrpura su suero gallardo que derrotó al tiempo de la maquinaria/
Su oído se hizo vista de memoria del Sur Austral al Afganistán donde
los poderosos doblaron sus monedas de derrota/
Amaneció su tacto en la rosa salvaje dormida e impregnó sus colores de única lengua/
El arbusto sorbió la potencia del acero y la harina expulso su dejache/
Anduve su tierra de exquisito sentido con la blanca bandera de las uniones
compartiendo la luz nívea rondando sus ojos de futuro/
Del vientre de la isla descendió como un “Che” y la historia narra todos los idiomas en su palabra entre la espesa selva indomable del eterno Ernesto.
El sicario imperial que jaló el gatillo se encarceló en las torres salvajes de una península/ Condenado mortal que llevó su palabra en la memoria insana con el peso de sus últimas palabras dignas del tormento, fue un servil que el “Ché” desconoCIA/
El aleve supo que no disparó a un cuerpo
sino al orgullo de la raza humana centrada en un hombre.
Mundial patrimonio.
Pequeña esfera de riqueza,
en una paradójica Argentina opulenta en división enflaquecida/