Pobrecito vagabundo
pues que lo quiso el azar,
caminante;
en el mundo nauseabundo
donde tan duro es soñar
divagante.
Sin rumbo, luz ni sendero,
a remolque de tu sino,
que has de andar
huérfano de paz, viajero
derrengado y ya cansino,
y sin lugar.
Ni manta con que cubrirte
y el tiempo siempre en mal fario,
sudoroso,
y hasta incapaz de reírte,
harto de tanto rosario
y achacoso.
Pordiosero y sin hogar,
porque lo quiso el destino,
inclusero;
si hay dios, habrá de encontrar
un final a su camino,
de extranjero.
©donaciano bueno