La vi al pasar; me saludó de reojo y yo, con ojos enteros, le fui dando seguimiento hasta que dobló la esquina… perdiéndose en la otra calle sin volver la vista atrás.
Nubló la luz de mis ojos no seguir viendo su rostro y ese mirar de reojo que aprisionó
mi alma... colmándola de ilusiones. Sueño con esa mirada y no la pude olvidar.
Tan sin par es su belleza que acaricia mis pupilas y mi corazón se encumbra como príncipe aclamado cuando siente su presencia, cuando pasa a mi lado.
En una ocasión temprana la esperé junto a su puerta y mis ojos y los suyos se besaron y abrasaron en una fija mirada donde pudimos mostrar cada quien su corazón.
Nos entregamos el alma sin decir una palabra; hablaron los corazones por medio de esa mirada que fue de ojos enteros desvelizando secretos.
PABEDIZ.