Me acuesto pensando en ellos,
deseando que amanezca
para volverles a ver,
sus caras angelicales
que tanto me hacen padecer;
sus travesuras, sus peleas,
sus risas y sus llantos.
¡Pero yo, los quiero tanto!
Qué vacía está la casa
cuando ellos no están.
Cuando alguno se marcha,
parece una eternidad.
Quisiera que no crecieran,
para tenerlos siempre a mi lado.
Pero, qué cruel es el tiempo,
pues ellos van creciendo,
los años van pasando,
y yo envejeciendo.
Dentro de poco se irán.
Cada cual tomará su rumbo
y seguirán su camino.
Yo quedaré aquí, solo
como es mi destino.
Entonces recordaré con cariño,
Sus travesuras, sus peleas,
sus risas y sus llantos.
¡Pero yo, los quiero tanto!