Canción del iletrado
Yo no quise saber ni lo que supe,
al sol no le hace falta e igual brilla,
ni al beso de los mares, que en su orilla
se entrega sin más piel que le preocupe.
Entonces no hubo mal del que me ocupe,
fue todo transitar sin pesadilla,
amando por igual la luz que ensilla
y la sombra feroz que alguien escupe.
Y así hasta que el dolor se desocupe,
hasta que el cavilar con su traílla
de paso al simple amor que nos agrupe.
En eso estoy, no falta quien me humilla
por lerdo, por rufián, porque se tupe
negando esta verdad que es tan sencilla.
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29 09 15