Dices amarme y yo te creo
como la aparición del sol cada mañana
lo veo recortar las siluetas
aclarando las sombras
que van quedando de la noche.
Estoy solo, tras la ventana
sin poder ser yo, mi cuerpo
mientras los pensamientos giran
como las últimas estrellas
que desaparecen, en la misma luz del sol.
Poco a poco, los rumores de la ciudad
comienzan a subir
me duelen los ojos, la espalda.
Miro en la ventana
y me veo reflejado
el sol cubre mi cara
que como un fantasma
me observa fatigado, de saberse mío.
Entonces, tiendo puentes en la mente
para llegar a vos
para poseerte avaro de los besos
de las lágrimas y la distancia.
Mis manos estallan
en tu cuerpo joven
y mi boca
bebiéndote en suspiros
mientras nos elevamos por los cielos
los más límpidos cielos
imaginados
deseados
y por nadie, aún encontrados.