salgomanzano

La llama que era...

La llama que era -ceniza ya- ardía...

De su cuerpo radiante me cegaba

tal resplandor, que el cielo dispersaba

azules, que el sol más resplandecía...

 

De esplendor la belleza se encendía,

la llama viva de amor se alentaba,

en hilos de oro hermosura paseaba,

llameaba la flama de ardentía.

 

 

¿Qué daba el cuerpo bello a mi locura?

¿De fulgor qué, a mi pasión desatada?

¡Cuánto enamoramiento en mí ponía!

 

Ligado mi existir a la Hermosura,

quedó la libertad encarcelada

en manos del placer, que no tenía.

      (Salvador)