Yo adoro a Dios sobre todas las cosas,
a ese dios que no he visto, que no veo,
que me han dicho que existe y que yo creo
se esconde, sin por qué, tras de unas losas.
Y digo amar, en vez de decir quiero
pues imposible es querer sin conocer,
al igual que es improbable el florecer
una flor que no existe en el florero.
No quiero que te ofendas si te digo
-mil veces te he pedido que me ayudes
y otras tantas insisto y nunca acudes-
que nunca valoré fueras mi amigo.
Mas quisiera hoy postrarme frente a tí,
contarte mis problemas, que estoy ciego,
que en la ciénaga de dudas yo me anego
sin saber qué pinto yo y por qué nací.
No sé si tu sabrás lo que uno siente
cuando entiende que su alma está perdida
y no ubica a la vista una salida
porque todo resulta inconsistente.
Rendido ya ante tanta incertidumbre
de angustia, de pena y de desespero,
un hombre sólo soy y nada espero
que acabar abrasado ante la lumbre.
©donaciano bueno