Diaz Valero Alejandro José

Otra carta a Filomena (Humor)

 

 

Ay Filomena que de cosas uno se entera. Resulta que la tal perrita es ajena y que no es tuya sino de Elena y que tú la sacas de paseo por ayudarla a ella, pero nada de eso cambia el mensaje que te di en la carta aquella.

 

No quisiera escribirle a Elena no vaya a ser que muy certera se me aparezca con el tupé

de que la perrita es de Inés, y después está con la misma osadía diga que la perrita es de Sofía y termine yo al final creyendo que la perra es mía.

 

Sea cual sea la dueña, ya están marchitas mis azucenas, las pobres no aguantaron las descargas letales con los desechos caninos de cada tarde y eso que la perrita se alimenta con comida empacada, como será si come de las sobras dejadas.

 

Voy a tener que reunir a los vecinos a ver si hacemos una protesta no vaya a ser que marchite toda la floresta y nos quedemos con los jardines con las matas y flores secas. Ay Dios mío eso si que sería una desgracia completa.

 

Cada vez que va al jardín la perrita del demonio, parece como si bombardearan con plutonio, y como es un animalito con clase no traen máscaras antigases por eso aunque yo no lo quiera habrá de surgir algún impasse.

 

Me vuelvo a despedir Filomena, dale mi recado a Elena para que se ponga en órbita y resuelva el problema para que después no vaya a llorar si la perrita se la envenenan, total, ella con sus misiles vespertinos ha envenenado ya a todos los vecinos.

 

Dile a Elena que proceda por las buenas, que su perrita es muy tierna pero cuando baja al jardín nos hace la guerra. Ya casi que el aseo municipal la usa como emblema.

 

Ahora sí, termino mi carta con el punto final, antes de que entremos en batalla campal.

Atentamente,

Gorgonio Eustaquio de las Tablas en la Cabeza.  

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Autor: Alejandro J. Díaz Valero

Maracaibo, Venezuela