GuillermoO

Encuentro

 

 

No,

no es tu boca cuando se inclina hacia mi cuello,

ni tus dedos surcando el valle de mi pecho

cuando me haces olvidar

los constantes abandonos

a que fui sometido por inmóvil,

como una piedra en su destino.

Tiendo mi mano imperfecta

y sé que estás allí.

Pero enseguida siento que después

tendré que olvidarte.

Que te vas,

porque no hay puerta en la casa,

y entra el humo de la nieve

que te llama.

Una caricia partida

como entrega final,

y otra vez acude el miedo.

 

G.C.

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