Los guayacanes florecidos
estallan en amarillo y oro
mientras la brisa los mueve
en miles de pequeñas
nostalgias y temblores.
Los guayacanes se estremecen
al vaivén del aire vivo
y sumergido estoy
en un universo glauco
de flores y aromas
y me pierdo en el fractal
de amarillos que arremeten
hacia el cielo estupefacto
hay un ritmo de silencios
una danza de flores y hojas
erizadas en los troncos
la vida ha resucitado
con su traje florido y quedo
la belleza es muy corta
es un suspiro amarillo
que me recuerda a un diminuto
otoño de iridiscencias
las aves cantan una canción
de silbidos y misterios
un maná amarillo cae del cielo
que servirá de alimento
a las criaturas del cieno
y termina un nuevo ciclo
esperaré si aún vivo
el añorado florecimiento
del guayacán en su gozo.