Hacia el calor del sur volaron ya las golondrinas
sin entrar su sueño a despedirse,
despertada por roció matutino,
mojando como lágrimas ajenas sus mejillas,
la saludó un rayo de sol fugaz
al huirse de la servidumbre
de un ejército invasor de nubes
Sus ojos sin aquel lustre,
llevado por el tormento de la noche,
reflejan el cielo envuelto en matices de gris
mientras los últimos días de verano
se resignan a su suerte