La fuente del deseo
Impaciente al llegar la madrugada
preciso tu presencia en mi aposento
deja que mi piel sienta el suave aliento
que emana del ambiente a tu llegada.
Que de nuevo llegando la alborada
dejes en libertad tu lobo hambriento
para que tan furioso y tan sediento
se dirija veloz a mi morada.
Que tu fuego remonte mis colinas
y que la brisa baje mis laderas
dibuja con tus manos el sendero.
Destruyendo jarales con espinas
que encuentre la pasión nuevas fronteras
y en mi fuente tú... bebas el primero.
Anabel.