Acontece un otoño que empalidece los cielos,
Empaña tu reflejo en los vidrios que yo tapo.
Amargamente, va matándome de espera
Este vacío (Que soy)
Es lo absoluto cuando abrazo
Lo que quedó (¡Esa ausencia!) de vos.
Va ultrajándome a resucitaciones absurdas:
Un desentender más allá del puente
Donde termina lo abisal del surco,
La (sola)
Caída (sola)
De la cama (sola).
Maldición rota por irrompible,
Impostergablemente fatal en todos
Sus vértices de esfera:
La gangrena que consume el centro
Y, desde ahí, mis brazos caminantes,
Las piernas con las que te tomo.
Como el trigo que dora el horizonte
Hacia el cual no me dirijo.
La no-voz que llama a un nombre
Que no es mío
Ni habrá de ser
Resto de tu voz.
Somos la criatura que se revuelve
Ahogada en su profunda bilis negra
Y sueña con el círculo
Más allá del círculo,
Más allá del círculo,
Más allá de lo que sueña.
Dame hoy un pan para cada herida.
Noche cierra sus ojos crípticos
Y nos llora un mundo
Donde no cabemos juntos;
Donde no existimos
Separados.