Un sorbo de mate gastado
de tanto compartir y llorar
burbujas sobre la yerbabuena del pasado,
encanto dulce del azúcar de azar.
Entre cebada y campos de cebada,
las gotas que se escurren por la brecha,
el tajo agudo de la madera añejada:
ahí se fue el amor, ropa fugitiva de la percha.
Las manos se quemaron en el Pasar,
en el centenario ritual diario.
La derecha ya no quiere dibujar.
Se fue, y soy diestro. Zurdo el calvario.
Aprenderé, como el pintor manco,
el músico sordomudo y el poeta analfabeto.
La cebada será amarga, un brebaje parco:
Nost Algia, cosecha del año del último beso.