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Desierto del domingo

Perdido en la garganta del árido desierto,

de estos fríos y solitarios fines de semanas.

Acompañado solo, del abrumador viento primaveral,

y el tono triste, color sepia de los espacios.

 

Ahí estoy,  parado, inmóvil, protegido, pero hueco.

He perdido el norte del sentimiento,

no se que quedo atrás,

no se que habrá adelante…

Busque desenfrenado aquello ¡tan hermoso!

que ni siquiera supe bien, que fue.

O tal vez no existió,

o tal vez ya lo perdí.

 

Hoy se que es en vano, navegar los mares

desconocidos de sentimientos ajenos,

buscando un antídoto que me calme.

 

Ahora, solo espero, espero inmóvil,

parado erguido sobre la arena caliente,

de este desierto, que quema.

 

Aprendí, que no dirigimos nuestros pasos,

y que en este mundo,

no somos dueños ni de eso…