Te amé en la intimidad de la clandestinidad,
fuiste la sombra que nunca dió la oscuridad,
te adoré desde el prólogo hasta el epílogo
cada que invoqué tu pasión de complemento,
acudí a llenar tu jícara de felicidad
y a desbordar tu múcura de placer.
Ayer fuiste el alcázar de mis pretensiones,
hoy solo soy tu amor en retrospectiva,
romperás el hilo de una historia de esperas
sin noches de plenilunio,
me encauzaste a seguir cuando quería claudicar,
me obligaste a ladrar en medio de la concupiscencia.
Hoy cuando no siento la pasión de tu complicidad
en medio de lo que queda de esta perra vida
siento que la brecha de tu vida
se distancia más de mi humanidad.
Sé por vez primera que tu partida
no me va a sorprender,
pero no sé qué cosa será… mejor o peor,
si despedirte embebido en una demencia irracional
o que tu partida me mate felizmente
en la complejidad de estos días
en que está por llegarme el tiempo de las paradojas
soplando el polvo de la melancolía
con rabia y sin temor.
Hoy solo espero a mi otra amante
eterna e intangible,
la que en silencio me ha pretendido toda la vida,
la que un día:
con rabia me perdonó,
pero siguió esperando paciente y complaciente
como en un pacto diabólico
a recibir el sumario de mis haberes
y consumar su perversa compañía.