Me acordaré de usted
todas las noches a las tres.
Con desvelo, sintiendo tu ausencia apreciando el tiempo, que no llega a pasar segundo si no padezco frío.
Recuerda que siempre presente mantiene el satélite, que por bandera clavada
sigue en vigía al acecho de un disparo al corazón.
Él oyó el ladrido que aquella madrugada sonaba en la soledad del alma del residente.
Tanto quiso manifestar el visitante lunar, como tanto odiaba la conjugación de mis achinados ojos al verte pasar.
Si cantan a la estrella, ergo, enmudecieron por mil que fuesen ante tanta expectación
del pájaro que despertó para verla sonreír.
Pero calló para no estropear lo que cuerdas, no permitían un cuerdo encuentro
de horrible moro brillando en sus brazos.
A las tres me empaché de tener lo que nunca terminaré de conocer, todos quieren pisar,
mientras sólo en besar pensé.