Hoy no sé cuál es tu nombre
hoy desconozco quien eres
pero la pido a la vida y al destino
que no te alejes de mí,
que cuando cierre mis ojos, aun sienta el calor
de tu voz sobre mí. Que la magia de tus besos
que aún no sienten mis labios, me invada hasta
calcinar mis huesos, arrancando de mi piel, el corazón.
Sentir como la lluvia se desliza por mi ser,
es imaginar cómo me consume tus caricias,
como tus manos hacen que ese momento
no tenga final.
Con las llamas que salen de mis dedos
me deslizaré por cada uno de tus muslos,
sentiré como te doblegas por el placer, beberé
de tu intimidad, ese elixir que me embriaga y me
consume en un momento.
Permanece allí desnuda, dejando que la
luz juegue con tu figura, que más allá
de ser un templo de belleza, alberga
una pasión incontrolable, que me impulsa
a recorrer con mi boca cada espacio de tu cuerpo
a detenerme en las cordilleras de tu pecho.
Siente como mis labios mojan los poros de tu piel,
jugueteando con mi lengua me concentro en
el centro de tu ser, y en una exhalación
te dejas llevar por tus sentidos.
Fundidos en el placer eterno, el ir y venir
de un cadencioso ritmo, que se dirime
en la peligrosa línea entre el pecado
y este amor, conjugados en una sola piel
en un único sentir.
Que más éxtasis que verte a los ojos
e interpretar la danza de tus caderas,
cuyo vaivén enloquece mis sentidos
arrancándome el aliento.
Rompemos el silencio con el eco
de nuestros cuerpos, deteniéndonos
en el tiempo, nos abrazamos fuertemente
como el símbolo de una pasión
Que no exige nombres, que no le importa
el pasado, que no busca un futuro,
que se ensaña en descubrir el instinto
que nos impulsó el estar hoy aquí.
Desconozco tu pasado, me intriga tu presente
pero quisiera tener un futuro juntos, un futuro en
que tú y yo devoremos el camino, alcancemos
el cielo tan solo con pensar en él, escuchando
únicamente el latir de este corazón.