Y cuando intentes dormir y no puedas,
recuerda mis besos en tus labios tiernos,
recuerda el roce de mi cuerpo en tus lindas cedas,
y recuerda mis caricias en tus fríos inviernos.
Y cuando pienses en mí,
acaricia tu cuerpo al compás del viento
lee una de las cartas que con amor te escribía,
y no llores amor cuando ya esté muerto.
Si por algo me extrañas,
invoca al cielo un poquito de clemencia,
cuéntale a dios que aun me amas,
no importa si al mundo le finges demencia.
Recuerda por siempre,
es mi ausencia, amiga,
el nuevo castigo,
de tu cruel desprecio.