Piso dulcemente por la alfombra natural en la que los olores se mezclan por igual.
Dulce olor a romero me llega lo primero,
seguido del tomillo de entre las piedras asoma tímido,
el enebro me llena las fosas nasales,
me empalaga con su aroma el brezo nacido a la orilla
del arroyo que en dos parte tu cuerpo,
entre robles y castaños llevo mis pasos hacía la espesura que me llena de dulzura,
de paz y bienestar, allí puedo encontrar aquello que voy a buscar cuando la manzanilla se abre a la humedad y su aroma me baña al pasar,
me relaja, me tranquiliza el saber que tú me esperaras otro año más entre alcornoques y arces,
entre pinos piñoneros o eucaliptos aromáticos que despejan mi pecho henchido de ti y despeja mi mente,
acercando mis pensamientos a aquellos días en los que tú virgen como una damisela abrías tu corazón con esperanza a todo ser que en ti se quisiera refugiar en la frondosidad de tu alma.