Usted no sabe lo que provoca.
Usted ignora que el verla se vuelve
para mi la mayor de las fortunas.
No imagina siquiera la magnitud de su efecto.
La gente simple tiene un efecto simple,
y usted no provoca una simple taquicardia.
Usted mueve el universo que yo guardo
junto a todas las palabras que esperan pronunciarse.
Porque es usted universal la tomo como tema,
así que empiezo a hablar de usted al mundo.
Y aunque cambio de tema y cambio de palabras,
la encuentro en las palabras como sombra
y termino por hablar de usted nuevamente.
Surge entonces la necesidad de hallarla,
de ubicarme en el espacio donde se ubica,
de gastar este tiempo inútil que me sobra
si es que usted no esta conmigo,
si es que no me alegra su risa
y mi mano no aterriza en su mano.
Porque lo cotidiano es tan absurdo y tan simple
si la costumbre no es compartir con usted los días.
La gente es un polen de caras inertes,
pero usted surge entre la gente con dinámica propia,
como retando la apatía de ese matiz grisáceo.
Yo por eso la anhelo tanto.
Por la revolución que hay en sus ojos
y por la intriga que despierta su alma rebelde.