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En las oscuras oquedades
de la tarde,
donde el vacío mudo del sosiego
penetra sin saberlo
en la hambrienta sequedad
de la nostalgia,
existe una ruta de silencio.
Latidos solidarios se oyen
en el epicentro de la penumbra.
En las oscuras oquedades,
de una tarde moribunda,
encontrarás una senda que te lleva
al cementerio del alma.
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