Era un día domingo, la casa resplandecìa llena de flores por doquier,
mientras Alfonsina y Rosa revisabàn cada detalle del gran festejo,
Alfonsina pregunta a Rosa, por Octavío, a lo que esta responde:
- en la iglesia hablando con el padre, quiere que toquen el Ave Marìa,
al entrar Melisa a la iglesia, ahora tu y yo tomaremos un descanso,
faltan un par de horas, prepararè un tè.
- Alfonsina observa en silencio a Rosa, mientras se aleja en busca del tè,
y un suspiro se le escapa, al ver tan cerca de ella la imagen de aquella
gran mujer, esposa de su hermano y madre de sus hermosas sobrinas,
y hoy día también su mas querida y entrañable amiga.
Llega Rosa con el tè, y le dice: - vamos mujer, levanta el animo,
que aun nos queda Esperanza, y cada vez que la veo, se parece mas a ti.
En la habitación, Esperanza ayuda a su hermana, a subir el cierre del
hermoso vestido de novia, al concluir y lista para salir,
ambas se abrazan, y exclama Esperanza, ¡ sin làgrimas, o el maquillaje
se perderà!, te quiero mucho hermana y deseo seas muy feliz.
Al dìa siguiente, en la terraza, sentados los tres, observan a Esperanza,
que diligente camina de un lado a otro, organizando todo el alboroto,
que dejo aquel festejo, y Alfonsina exclama, ¡pronto se casarà!
y al escucharla Esperanza, le contesta: por ahora no serà, tengo
mucho que estudiar, para hacerme de una profesión y lograr mi
independencia, ademàs soy yo, quien ha de cuidar de ustedes.
Pasado algún tiempo, tocan a la puerta, y al abrirla Esperanza,
entran sus sobrinos en tropel, gritando tía, abuela, abuelo, y corren
sin parar en busca de una pelota para jugar, Melisa les alerta
a comportarse bien, y Esperanza le pregunta por su esposo,
a lo que esta responde, esta de viaje otra vez, asunto de negocios,
en la cara se le nota una ligera tristeza.
Luego de contarle a Esperanza, que en su matrimonio las cosas
no van bien, esta le contesta, si aun, hay amor entre ustedes, el asunto
no es el problema, sino encontrar la solución.
Melisa le dice: - querida hermana, aun no tienes novio, veo libros
por doquier, y ni una sola carta de amor, Esperanza calla y cambia
la conversación, Rosa las invita a la terraza, y comparten todos
momentos felices, viendo a los niños correr de un lado al otro,
mientras la tìa Alfonsina juega con ellos, lanzando la pelota.
y la vida continua...