La vi caer en los brazos
de una tristeza infinita
quise seguirle los pasos
pues era ella gloria bendita
Quise tenderle la mano
que olvidara su tristeza
más todo fue un luchar vano
ya la muerte le hacia presa
Voló en las alas del viento
hacia la hermosa pradera
y yo quedé aquí sediento
sin saber que la quisiera
Nunca le dije que la amaba
por qué su amor fue de otro
y yo por miedo cobarde callaba
mientras él dejaba su corazón roto
Se que es feliz en la verde pradera
allí donde van todas las almas buenas
olvidada de las penas que le confiriera
la niña, mi amada de hermosas pestañas
En aquella fría tumba donde está enterrada
cada día hay un ramo de flores rojas y bellas
cada día rezo por la niña que fue mi adorada
y cada noche la veo caminar entre las estrellas
Una sonrisa de amor me brinda desde allá arriba
a la que correspondo con las lágrimas de mis ojos
cuantas veces he rezado al Señor postrado de rodillas
cuantos años tendrán que pasar antes de volver con ella