En mitad del marasmo sinalgésico
De nuestro cuerpo volátil,
Muy difícil fue pensar
“Nos va a salvar un milagro”,
El tiempo, magro cadáver
De quienes ni comen ni ceden
A la destrucción catártica
Del “yo por vos”.
A la reparación dolosa
Del “vos por mí”,
Fugaz consciencia interrumpida:
El fuego nos envuelve
Como un manto.
Y, en mitad del naufragio epiléptico
De nuestro penúltimo verso truncado,
Muy difícil fue desearnos
“Mejores cartas para la próxima…”
(Al menos una puta estampilla).
Precipitados en el borde rocoso,
Como desechos de un sueño sin almohada,
Como tortícolis sin clara ni yema.
Bañados en el sudor frío de los anodinos,
En este insomnio con agravante al vínculo.
No dejo (me dejes) despertar
De esta pesadilla que es no tenernos.