Yo,
indiscretamente arrogante,
creo en el firme hecho de que somos la mejor combinación del universo.
Que tú “no se qué”,
le va muy bien mi “qué se yo”.
Yo creo,
que en nuestros labios se cuecen pócimas mágicas,
y que nuestras manos guardan caricias aún por inventar.
Pienso,
que tus labios calman mis llantos
y que mis palabras tus dudas.
Que no se ha escrito aun soneto como el de nuestras risas,
que tu piel va a juego con las yemas de mis dedos,
que los jadeos son el café del alma
que nos necesitamos.
Nos necesitamos para ser dos y uno a la vez,
tú y yo, dos,
nosotros, uno.
El uno sin el otro, ninguno.