En el cielo de una fresca mañana
escriben con sutileza
los pájaros cuando cantan.
En el cielo gris de la mañana nublada
resbalan las frías gotas
desde la copa más alta.
Los gorriones, como si nada,
se acoplan en mi ventana,
huyendo del chisporroteo
de una lluvia calmada.
Me gustaría tocarlos
y que canten
y no teman,
pero me conformaré
con observarlos,
sin separarse siquiera,
aquí continúa la historia,
de una mañana,
de un Octubre cualquiera.
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