En la soledad he vivido muchas veces,
infinitas podría decir,
es que ya ni me acuerdo cuando no estuve solo,
quizás cuando existía, ante todos y ante todo,
cuando mi sonrisa y mi compañía era la favorita de muchos,
o de pocos, eso no importa,
en esos tiempos, quizás, no estuve solo.
Al correr los días no he pensado…
en esas tantas gentes que me acompañaron,
y poco a poco sin saber ni cómo ni por qué,
fui desapareciendo, autodesapareciendo,
ante la triste mirada de algunos;
y ante la alegría –seguramente- de muchos,
ante la insistencia de saludos y llamadas,
dejé de existir y pasé a ser lo que ahora, nada…
y la nada –como bien dice una gran escritora-
también puede ser todo,
ese todo en el que todo realmente desaparece…
y es que, preguntado diga:
¿qué paso en su vida? ¿Por qué eligió ese camino?
desconozco, sería la respuesta de un interrogado…
desconozco hoy, lo que soy… solo sé que algún día fui,
eso, claro está, ya de nada sirve.
Añoranzas… y nada más.