Dos almas doloridas por el paso del tiempo; danzan el Vals del próximo amor y de un último encuentro.
¡Hay alma mía!
Que aborrecida y mal trecha aún tenés el coraje y la certeza de sentirte bien querida.
Yo que del amor un día solo quise el olvido; hoy solo pienso y te pido no me sueltes alma mía.
Que en este Vals de tristezas pero también de alegrías uniremos nuestras almas hasta el fin de los días.