Pasea en una playa de Argentina
la potranca hechizada por las olas.
Detiene el paso, la cabeza inclina,
y roza con su ollar la caracola.
Desmelena sus crines y su cola
el viento de la mar, y justamente
una gaviota pasa indiferente
acariciando el aire con sus plumas,
como acaricia con su blanca espuma
las arenas el agua transparente.
Tu soledad habré de mitigar
en esa playa donde el mar resuena.
Y a tu ventura que es igual que el mar
la limpiaré de angustias y de penas
como se limpia la adherida arena
de tus ijares terracota y miel.
Yo quiero que tú seas mi corcel
en esa orilla que mi afán cabalga,
y ser jinete de resacas y algas,
Y dentro de la mar, tu timonel.