Envuelta en un hermoso velo
fui a la cumbre de mi vida,
planeando suave el cielo,
donde saborié el éxtasis
de los sentimientos puros.
Emocionada y agradecida
quiero ya, gritar al viento
cuan bendecida me siento.
El cálido frescor de los abrazos,
que etéreos fueron el milagro
trayendo oleadas de ilusión.
Dentro de las partituras idas
surgieron diáfanas las quimeras,
entre blancos labios tibios,
que besaron el reencuentro
y formaron una conjunción
con el universo iluminado.
Mientras las huellas silentes
de aquellas que partieron
estrenaron canciones de su tiempo
para perdurar, haciéndose
memoria eterna y viva.