Tengo treinta minutos y la vida se me corta cada vez más.
Echo una mirada y todo sigue igual, menos yo.
Los minutos pasan y sigo sin saber qué hacer,
nada me mueve, nada me siente, nada me nada.
Estoy cansado y no sé de qué,
mi aliento y el aroma de lo putrefacto es igual.
Creo que ahora tomo más en serio eso de estar muerto en vida,
así lo quiero.
Dejar de sentir, dejar de reír, dejar de todo.
Los cigarros se terminaron, y mis treinta minutos también,
fin del comunicado, fin de mi vida, fin de mis sueños...
¡Que odio, sigo aquí!