¿Qué haces bribona que te entonas con gracia a buscarme? Dices que solo quieres saludarme y así no me embromas. Yo no te creo eso, me parece que lo que te apetece es dejar que mis deseos salgan a tras luz y que no lo vea nadie, la única seas tú. Me detengo y reflexiono, bueno si eso te complace yo soy como soy y nada me cambiará, tampoco tendrás tú alguien que te reemplace. Pero cuando estoy contigo soledad, me entran deseos inhibidos que no puedes imaginar jamás. Es algo voluntarioso, que me invade mi ser, me hace estremecer y me lleva al mundo glorioso, todo me es color de rosa y aunque no me vea tan preciosa empiezo a soñar. Llega el hombre amado que me sube al universo que me recorre con sus besos y yo miro un cuerpo deseado. Mis antojos no son logrados porque mientras se acerca mis deseos acecha con satisfacción. Busco sus manos, busco su boca, busco sus músculos apetecibles que me hace más sensibles mientras lo toco y beso. Mi cuerpo se contorsiona en forma provocadora y es en ese momento que escucho un lamento, en el interior queriendo salir. En eso empiezo a sentir que aguantar no puedo. Mis dedos no dan abasto con todo mi enredo y se empiezan a mover en forma apresurada. Me dejas ver que llega una luz que me atesora, es esta soledad que me adora y que sola me deja para que se pueda escuchar una queja en mi gemir. Latidos que empiezo a sentir y sentimientos en un orgasmo candente que con la soledad y tu figura presente en mi imaginación, me hace desbordar esta pasión y locura y con ella, mi amiga soledad, que tanto me entiende, dejarme sola procura, porque ella también disfruta lo que puedo compartir.