Mi epitafio a la diosa
que para no vernos morir dia a dìa
fue piadosa.
MARILIN MONROE
En su angustia de transitoria amante
la sedujo el lago de eternas calmas
y abrazada al timonel de la barca
se fue la Marilin en un instante.
Las sombras que acechan a los mortales
llevaron la ninfa de la pantalla,
donde su apariencia luce encantada
resucitando en la Eva y Dos Adanes.
Pero al abrir lo oscuro de la tierra
tan sòlo veràn el final del hueso
eclipsando el resplandor de una estrella.
Y serà en el devenir de los tiempos
las ùltimas cenizas de lo que era
el palomar donde arrullò el deseo.