Aristas de la oscuridad
Sublevan una red que se levanta
Como mil columnas al infinito.
Vértigos de la luz trastabillan en lo inevitable.
Perder el partido, las cartas, las manos.
Y de pronto sentir en la manca consumación de las cosas
Algo extrañamente similar a la vida.
Beberte como la cicuta más ácida,
La más descomprometida a las profundidades
Del océano hermoso donde me sumergía.
Atenuar los incisivos agrestes
(¡Los agresivos desmanes grotescos!)
Con un chaleco anti-baladas y enamoramientos repentinos.
¡¿Para qué?!
Trocarme a tu juego absurdo de balanzas,
Clavarte las manos y los pies
Para que no te disuelvas en el aire que te exhala.
Tu enérgico sobrevuelo versus mis raíces al suelo.
¿Queda algo de puente posible?
¡¿Para qué?!
Echar por tierra tus pasados, tus polvos,
Tus mismísimos pasos de titán emancipado.
Sumarme al (re)encuentro de una piel en tu piel,
De un juego obtuso de amargos labios.
¿Tanto humo por tu piano y tu prosa?
¡¿Para qué?!
Caras del diamante más anhelado
Disuelven mi verdad, mi pasión, mis complejos
Cuales partículas de un espejo interior.
Mareos de la nigredo, a borbotones devorándome.
Ganar la guerra, la paz… ¿Cu(a/á)l rey de corazones?
Y no obstante saber en la abdicada coronación de mis laureadas espinas
Que existe algo más que todas las versiones de la nada.