Los años me llegaron con sus prisas,
dejándome sus huellas tan marcadas,
quedando las espinas ya clavadas,
alma arrugada, mis labios sin risas.
Esos hilos de vida en esas guisas,
el tiempo las convierte más tensadas,
rozaduras que sin ser evitadas,
dándole final a días de brisas.
El tiempo muestra su perfil deforme,
con los pasos torcidos al extremo,
envuelto en oleajes y ni un remo.
En suspiro infeliz con uniforme,
por bosques tristes de melancolía,
apagando ilusión y la alegría.
*
Lola Barea Barrera.