Y que fue de aquel niño
que risueño desbarataba las penurias,
y que intrépido se burlaba de los años,
el que esperaba con ansias a su madre ,
al caer la tarde, para empezar el dia.
Ya no tropiezo con sus pies descalzos,
ni con sus secuaces novelescos;
ya no lo escucho jugar a las escondidas
ni veo sus muecas entrometidas.
ni su llanto intermitente , en este pueblo adormecido.
Dígame! es que acaso aquel niño jugo con el tiempo,
y este poco a poco le implanto la razón.
? donde yace enterrada su sonrisa ,
quizás en el olvido aun pueda encontrar un pedazo de su alma.