Al umbral de la noche el silencio nos grita misterio,
miradas encerradas ancladas entre voces,
parece que un solo suspiro basta para enredarme,
y parece que nada detiene el clamor de los latidos.
La sutileza de tus dedos tan suave como la seda,
tocame ahora antes de que acabe la espera,
distante el vacío celeste invoca tu nombre,
parece que mi boca hubiera exaltado tus letras.
Ahora se escucha el besar de la brisa en tu pelo,
ahora tus pasos echan raices sobre mis pies,
ahora la oscura noche borra el somnoliento deseo,
somnoliento deseo de alejarnos la distancia.
Ha vuelto el rocío a adornar nuestro encuentro,
titilan estrellas a lo lejos, tan cerca titilan tus ojos,
me acaricia ese encanto de mirarte despacio,
¡haz tu morada en el centro de mis adentros!
Instantes serenos bajo la durmiente luna,
duerme sobre la espuma de nubes vestida de luz,
nada se parece al traje real que abriga tu cuerpo,
visteme de realeza si parecemos enamorados.
Agoniza el ocaso cuando caminamos,
nuestros pasos lejanos se encuentran en el mismo destino,
ni la lluvia enfurecido de largo invierno,
detiene el clamor de los latidos enamorados.