Le temo al paso del tiempo
a cada día que pasa
al amanecer y al comienzo
le temo a la vida
a sus abandonos
al diluvio.
Y si siento los pies mojados
puedo llorar en silencio
en la santa manera de pensar
el final de un cuento que pasa
como el tiempo, como la hora
como la maldita enfermedad
de perderse uno mismo.