Heliconidas

Desierto III

No me des paraíso, dame desierto.

 

Quiero huir del legado suprasensible

de Sócrates y el cogito cartesiano.

Acariciar el extremo más terrible

de la locura y el dionisísmo humano.

 

¡Como aborrezco el acato del rebaño!

Seres pusilánimes que reposan en la tuda

del mito, absorbentes a todo engaño,

inválidos a la gracia de la duda.

 

Me encuentro una vez y me pierdo mil veces

en las piedras calcinadas del delirio.

Como la liviana tarde que perece.

Como muere sobre las aguas el lirio.

 

Soy un pensador enfermo y solitario

que rumea inmerso en un cono de sombras.

Vil obsesión de un amor imaginario

que solo se suaviza cuando me nombras.

 

No me des paraíso, dame desierto.