La noche, la lluvia, tu y yo.
Fundidos en un abrazo, recorriendo y reconociendo nuestros cuerpos, cumpliendo los anhelos.
La lluvia es el único testigo del amor que me das.
La noche es el único testigo del amor que te doy.
Somos partícipes del amor que nos hacemos, del amor que nos sentimos.
Nos hacemos uno en el infinito, nuestros sentidos nos poseen y de fondo, la noche y la lluvia que son cómplices y testigos.
La música que sale de nuestros cuerpos y nuestros corazones hacen de ese momento de entrega total un concierto de notas únicas.
Nuestros corazones se acoplan igual que nuestros cuerpos, igual que nuestras almas.
No te quiero solo para una noche, te quiero para todas las noches que me queden de vida.
Y si volviera a nacer, te volvería a pedir todas tus noches para que las pases conmigo, con la noche y la lluvia como testigos del amor que nos tenemos.