Tras el lívido otoño del ayer me cuesta creer,
me cuesta olvidar el vestigio de su mirada,
entre naufragos intentos de lanzarme a sus corrientes
me cuesta creer que la sombra de su alma
puede volar, arribar entre nieblas lejos de mi vista.
Fatídica espera entre envejecidos caminos,
parece mejor que mis pasos encallen a la nada,
quizás el amor de sus entrañas es blanco como la nieve,
quizás el enternecedor sigilo de su aroma
es rojo púrpura como la sangre y la pasión
o quizás se retraigan sus huellas de amarme en la infinidad.
Hay veces que duele amar, duele perder,
duele el misterio de luto si se apaga su luz,
quiero saber que hay tras el interior de su esencia,
¿acaso mis huellas pueden andar errantes?
¿acaso puedo vivir atado a la espera?
que me dejen los pasos encallados a la nada
que morir entregado a la desilusión.