Hijo del Dios viviente
Jesucristo redentor
que en la cruz pagaste un precio
con llanto y mucho dolor.
Soportaste las espinas
que incrustaron en tu cien
los látigos y los clavos
en tus manos y en tus pies.
En tu agonía de muerte
tu pediste de beber
te dieron hiel y vinagre
para calmarte la sed.
Del costado traspasado
con espada y con desdén
agua y sangre te brotaron
y así lavaste mi ser.
Por tu sangre mis pecados
como blanca lana son
con tu amor tan admirado
sanaste mi corazón.
como podré yo pagarte
lo que tu has hecho por mi
ni con mil vidas lo hiciera
gracias por fijarte en mi.
Como ofrenda Cristo mío
como ofrenda mi Señor
te entrego mi vida entera
y también mi corazón.