Ayer, como aquella tarde de tu adolescente mirada,
mientras la lluvia nos hablaba en la cara,
volví a destrozarte el corazón,
lo siento… y no tengo duda que así fue,
así me dijeron tus labios temblorosos,
intentando callar la verdad ineludible,
esa verdad que fue una lanza en tu pecho,
dejándote nuevamente herida de muerte,
como aquella tarde de tu adolescente mirada,
mientras la lluvia nos hablaba en la cara…
Y como aquella tarde,
tu mirada tiernamente triste, se clavó en mi pupila,
y sin pronunciar palabra, agonizaste ante el mar de mis ojos,
quizás, ya sin sentir que mis manos jugaban en tu cabello liso…
Fue ayer…