77.
EL DESTINO DE LOS HIJOS
Una mujer que llevaba un niño contra su pecho le dijo al hombre que hablaba en nombre de Jeshua:
- \"Habladnos de los hijos\"-. Le dijo.
- \"Vuestros hijos son nuestros hijos. Son los hijos y las hijas de los anhelos que la vida tiene de sí misma. Vienen a través de nosotros, más no de nosotros y aunque vivan con nosotros, no nos pertenecen.
Podeis darles vuestro amor, pero no vuestros pensamientos, pues ellos tienen sus propios pensamientos.
Podeis albergar sus cuerpos más no sus almas. Porque sus almas moran en la casa del mañana, que ni aun en sueños podeis visitar. Podeis esforzaros por ser como ellos, pero no intenteis hacerlos como sois vos.
Porque la vida no marcha hacia atrás, ni se detiene en el ayer. Vosotros sois el arco por medio del cual vuestros hijos son disparados como flechas vivas.
El arquero ve el blanco sobre el camino del infinito, y os dobla con toda su fuerza a fin de que sus flechas vayan veloces y lejos.
Que el hecho pues de estar doblados en manos del arquero sea para vuestra dicha, porque así como el ama la flecha que dispara, ama también el arco que permanece firme; por eso vosotros tubisteis la oportunidad de vivir vuestra vida y la libertad de amar y hacer lo que quisisteis.
Dejad que vuestros hijos vuelen solos del nido cuando llegue la hora y no les reclameis para que vuelvan, ellos os querrán por siempre y tendrán también su nido, del cual algún día ellos solos quedarán, pero mientras tanto dejadlos libres, amadlos con libertad, no apagueis el fuego de su hogar, vivid y dejad vivir y ellos siempre os querrán\"-. La mujer al final solo se limitó a sonreir, mientras tanto Androcles se retiro.