Lissi

La Dama y el Poeta IV

Al abrir la ventana de su dormitorio el día siguiente de su paseo por el jardín, Mili escucha una dulce melodía interpretada con una flauta. Muy atenta, se da cuenta que es la misma música de aquella vez cuando descubrió la rosa sobre su libro de poesía. Pensó, el poeta está cerca y baja corriendo al jardín. Se encuentra con un jovencito que practicaba sus lecciones de música, ella se detuvo. –No puede ser este niño el que escribe– se dice así misma, es demasiado joven. El niño vuelve su mirada hacia la dama, él tímidamente le dice: ‹‹solamente practico mis lecciones, este sitio es apacible y lindo, me ayuda a practicar con tranquilidad››.  Mili se atreve a preguntarle, quién le ha enseñado a tocar esa melodía. El niño le responde que fue su hermano, él le enseñó las primeras notas, pero con sus ojos tristes le dice –hace tiempo, que no lo veo, se marchó un día…pero prometió volver.

Nuevamente un recuerdo pasa ante ella, un chico tímido que solía silbar mientras ella leía. Él permanecía cerca todo el tiempo que duraba el receso, al igual que Mili no jugaba con sus demás compañeros, aunque le intrigaba un poco nunca le preguntó si quería acompañarla en sus lecturas o que le enseñara a silbar. ¡Parecía un pajarillo, qué dulces melodías brotaban de sus labios! Podría ser el poeta…

 Eres…

Melodía en mi jardín,

trino mañanero,

de mis pensamientos

el consuelo…

 Eran los versos escritos en la página siguiente de aquel cuaderno rescatado.